viernes, 11 de junio de 2010

ENTORNO CARCELARIO, Por Silvia Siria López


Silvia es educadora social, y en el seminario nos muestra un poco el perfil del educador social y del trabajador social dentro del centro penitenciario de Alhaurin de la Torre, en Málaga.

Comienza hablándonos de su experiencia del primer contacto con el centro, el cual confiesa que estuvo lleno de problemas (de acceso, de recibimiento, etc.).

El centro cuenta con los siguientes profesionales: diez trabajadores sociales, un coordinador y dieciséis educadores.

Los internos están clasificados por módulos: residentes, menores, preventivos, penados… y cada educador se encarga de unos 140 presos, mientras lo establecido son 50 por profesional.

El recorrido del interno al llegar al centro, se basa en diferentes entrevistas tanto con el médico, psicólogo, educador y trabajador social.

En este caso, las competencias del trabajador social en el centro son: hacer entrevistas, tramitación de gestiones, orientación, trabajos burocráticos, facilitación de información, atención a los internos y contacto con las familias, equipo técnico y junta de tratamiento.

Mientras que las del educador son: entrevistas, observación y contacto directo, orientación, trabajos burocráticos, dinamización, clasificación, equipo técnico y junta de tratamiento.

Así, los principales problemas que encuentran estas dos figuras profesionales, son ratio de internos por cada profesional, falta de espacios, desconocimiento del interno, falta de motivación por parte de los internos, etc. todo esto unido al poco reconocimiento social como profesionales que obtienen a cambio de su trabajo.

Algunos de los aspectos que Silvia cuenta como más interesantes son los siguientes:

-Los internos cuentan con el Peculio, una cuenta corriente dentro de prisión.
-TBC: trabajos para la comunidad que realizan los internos.
-Los grados son: etarras y desadaptados, condenados, libertad provisional.
-CIS: centro de inserción social, que se encuentra en el 3º grado.
-Comunidades terapéuticas para personas drogodependientes.

Algo que a los presentes al seminario nos llamó mucho la atención, y por lo que tuvimos un debate bastante acalorado, fue el hecho de que los educadores que trabajan en las prisiones, no son realmente educadores sociales. Éstos acceden a los centros penitenciarios por medio de unas oposiciones a funcionario de prisiones.

Es decir, con el simple hecho de realizar unas oposiciones, cuentan tanto con la denominación de “educadores” como con sus funciones. Por si fuera poco, reivindican el reconocimiento como educadores.

Así, nos explica Silvia que algunos de los “educadores” son pedagogos, arquitectos o incluso historiadores. Y claro, aquí es cuando vienen a mí una serie de preguntas: ¿Y para qué estoy estudiando yo esta carrera? ¿Para que otros profesionales, que no son educadores, ni tienen el título, ni cuentan con la preparación necesaria, trabajen considerados como tal? Por esa regla de tres, yo puedo ser… por ejemplo arquitecta, ¿Qué tal si construyo algo?

Pero claro, ¿qué podemos hacer nosotros?, pues en tal caso, exigir al Colegio Oficial de Educadores una explicación en primer lugar, para saber si se está haciendo algo para que esto cambie. Si no es así, entonces nos toca reclamar con todo nuestro derecho que se haga, ya que para algo hay educadores sociales formados para ejercer como ello.

Y es que como venimos viendo, la sociedad no valora las profesiones relacionadas con lo social; pasa por ejemplo con nuestra profesión, con profesores, maestros, y con muchas más. Sí, es así, si no existe ciencia de por medio, no se considera importante. ¿A caso un ingeniero es más importante que un profesor? No, cada uno cumple una función diferente en la sociedad, pero igual de necesaria.

También podríamos hablar de sueldos, como no… Un alto cargo ejecutivo, como por ejemplo un ministro, supuestamente es representante del pueblo, y se encarga de velar por sus intereses y necesidades. ¡Claro, por eso debe ser que cobran cantidades desmesuradas! Son tan importantes para nosotros…

Así es este mundo al revés, en el que se miden las cosas con una regla bastante torcida.

Y dejando este debate a un lado, centrándonos en el colectivo, hay que decir que queda mucho por hacer con respecto al trabajo que se realiza en los centros penitenciarios con los internos, que hoy por hoy deja mucho que desear.

Las personas que se encuentran en la cárcel, como ya sabemos, están ahí por cometer un error en algún momento de su vida (ya sea un robo, asesinato, etc.), pero no por ello tenemos que dejar atrás el objetivo último que hay que trabajar con ellas, la reinserción social.

Y aunque muchas veces, pensamos como ciudadanos o familiares, dolidos y resignados por las acciones de estas personas. Pero todos podemos vernos en su situación, y hay que ver que siguen siendo personas con derechos y obligaciones, que necesitan ayuda profesional con la cual pueden ser personas "normalizadas".

El trabajo de un educador social de prisiones, debe ser ante todo preocuparse realmente por los internos, guiarlos, motivarlos, reeducarlos, para que puedan volver a la sociedad con total normalidad.

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